Las palabras son el rostro de nuestro mundo interior. He aquí las primeras que someto a consideración:
- Entusiasmo. Estado anímico que va más allá del compromiso personal. Es un valor deseable en todo escritor, aficionado o profesional.
- Humildad. Facilita el reconocimiento de nuestras limitaciones, amortigua los excesos, provoca la mejora de nuestras capacidades y nos coloca a la distancia adecuada de nuestra labor. Es nuno de los valores con mayor importancia para el trabajo de creación.
- Sensibilidad. Captar y comprender el mundo que nos rodea y nuestro propio mundo interior. Y actuar en consecuencia.
- Valentía. Seguridad en uno mismo a la hora de escribir para no depender en demasía del reconocimiento de los demás.
¿Se os ocurre alguna más?