Artículo: El sueño

No lo vas a creer, pero anoche soñé que hablaba con uno de mis personajes.

Estoy escribiendo una novela. Su título, provisional desde luego, es Los trenes del paraíso. Estamos en la segunda parte y el personaje en cuestión llega en tren a Madrid:

_ Bueno, y ahora qué- va y me pregunta.

_ Tú sabrás- le contesto.

_ Cómo que yo sabré, serás tú, tú eres mi creador.

_ No amigo mío, no; yo soy el autor, es cierto, el creador de la ficción, pero solo tú eres el responsable de tu propia realidad. Yo te he hecho libre,es verdad, así que dependen de tí los pasos que vayas a dar, hacia dónde vas a ir o cómo vas a actuar.

_ ¡Eso es una bobada, menuda tontería!- replica airado-, tú has sido el que me ha traído a Madrid…Siempre de acá para allá, así que es tu responsabilidad, yo me limito a vivir.

_ ¿Mía, estás seguro de eso? ¿No ha sido tu libertad quien ha marcado tus decisiones desde que echaste a andar? ¿Qué es lo que te ocurre ahora, que no estás en tu ambiente, que no conoces a nadie, que tienes que reinventarte si quieres seguir viviendo?

_ ¡Bah!- me contesta con un gesto de desdén.

_Yo, desde luego, no voy a decidir por ti- insisto- que luego llego a un callejón sin salida en la narración y me toca volver para atrás.

_ ¿Te lo haces facilón, eh?- me ataca- así también escribo yo.

Yo paso de responderle, como si no le hubiera oído. Y unos segundos después:

_ Anda, deja ya de quejarte y ponte en acción- le digo.

_ Pero a mí nadie me conoce- me contesta el muy ladino.

_ Que tunante estás hecho. A tí es al único a quien conoce el lector. Tú eres quien le hace sentir, aceptar o no tus decisiones, mostrar su extrañeza o su disconformidad. Yo solo soy el transcriptor, así que déjate de rodeos, que tenemos que continuar…

_ Humm…

Entonces me desperté. Y me anegó de repente una extraña sensación. Pero qué estoy haciendo, me preguntaba, ¡pedirle a mi personaje que sea él quien haga mi labor! Luego lo pensé despacio y me sentí afortunado.  Me levanté de la cama, me senté ante mis cuadernos y comencé a escribir; media hora más tarde había terminado la secuencia en cuestión. Me la leí en voz alta y reconocí su voz. Ésto está bien, me dije. Y ahí lo dejé.

Ahora estoy a la espera de que una nueva noche y otro sueño me vuelvan a indicar el camino a seguir. Me duermo con impaciencia, pero un día sucederá.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Priscila la Reina del Desierto dice:

    Yo también creo que los personajes de cualquier novela deben tener vida propia y que el escritor sólo les debe orientar sobre las líneas por las que desplazarse a lo largo de su historia.

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